El agua que es apta para el consumo humano es el agua potable. Para que el agua sea potable no puede contener ninguna sustancia o microorganismo que puedan ser perjudiciales para nuestra salud.
¿Necesitamos el agua para vivir?
El agua es uno de los principales nutrientes del ser humano. Sin alimento podemos vivir unos meses, pero sin agua solo sobreviviríamos unos días. El cuerpo humano tiene un 75% de agua al nacer y cerca del 60% en la edad adulta. Aproximadamente el 60% de esta agua se encuentra en el interior de las células (agua intracelular), el resto (agua extracelular) es la que circula en la sangre y baña los tejidos.
El agua de nuestro organismo es el medio por el que se comunican las células y por el que se transporta el oxígeno y los nutrientes a nuestros tejidos. Es también el medio por el que se retiran los residuos y productos de deshecho del metabolismo celular. Cuando la temperatura exterior es muy elevada ayuda a nuestro cuerpo a regular la temperatura, sudando o perdiéndola por las mucosas.
Tipos de aguas
Existen varios tipos de agua en función de sus características químicas, estado y uso que se le dé, como pueden ser: agua potable, salada, dulce, cruda, dura, blanda, salobre, destilada, negras, grises, residuales, etc. Pero la clasificación que nos interesa desde el punto de vista nutricional son las aguas potables, estas se pueden clasificar en:
Aguas minerales: son las aguas que contienen minerales y que por ello se puede ver alterado su sabor y su valor nutricional. Las aguas minerales pueden ser:
- Aguas minerales naturales: son aguas potables que tienen su origen en un yacimiento subterráneo y que brotan de forma natural o realizando alguna perforación. Suelen ser aguas muy puras ya que sus características se han conservado intactas.
- Aguas minerales de manantial: son aguas minerales naturales que brotan de forma natural con las características de pureza que permiten su consumo.
- Aguas minerales preparadas: son aguas minerales que han pasado por un tratamiento y posteriormente han sido embotelladas para su distribución. Pueden ser aguas minerales naturales que son sólo analizadas y embotelladas o aguas potables que a través de un tratamiento artificial se mineralizan y se distribuyen embotelladas.
Aguas potabilizadas: son aguas sometidas a tratamientos autorizados y necesarios para que reúnan las condiciones necesarias para que podamos beberlas sin ser perjudiciales para nuestra salud. Estas aguas son de consumo público distribuidas por la red general de tuberías hasta llegar a nuestros domicilios.
Tipos de aguas minerales
El término “residuo seco” nos indica la cantidad total de minerales que contienen el agua. El agua se puede clasificar según la cantidad de minerales que contenga, como:
Muy débil: es cuando la cantidad total de minerales en el agua es de hasta 50 mg/l.
Débil: es cuando la cantidad total de minerales en el agua es de menos de 500 mg/l.
Media: es cuando la cantidad total de minerales en el agua es de entre 500 y 1500 mg/l.
Fuerte: es cuando la cantidad total de minerales en el agua es de más de 1500 mg/l.
Bicarbonatada: se considera agua bicarbonatada la que contiene más de 600 mg/l de bicarbonatos.
Sulfatada: se considera agua sulfatada la que contiene más de 200 mg/l de sulfatos.
Clorurada: se considera agua clorurada la que contiene más de 200 mg/l de cloruros.
Cálcica: se considera agua cálcica la que contiene más de 150 mg/l de calcio.
Ferruginosa: contiene más de 1 mg/l de hierro.
Acidulada: contiene más de 250 mg/l de CO2.
Sódica: tiene un contenido mayor a 200 mg/l de sodio. Las aguas indicadas para dietas pobres en sodio son las que contienen menos de 20 mg/l de sodio.
Magnésica: su contenido supera los 50 mg/l de magnesio.
Fluorada: se considera agua fluorada la que contiene más de 1 mg/l de flúor. El flúor bebido a través del agua es absorbido por nuestro organismo casi en su totalidad. El flúor es beneficioso para la salud de nuestros dientes y huesos, pero un exceso de flúor puede provocar el efecto contrario causando fluorosis dental o fluorosis esquelética. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ingesta total de flúor debe de estar limitada en niños de 1 año a no más de 0,5mg/día, de 2 años a no más de 1mg/día y de 3 años a no más 1,5mg/día. También dice que la ingesta de flúor en adultos superiores a 5 mg/día de todas las fuentes probablemente represente un riesgo significativo de fluorosis esquelética.
¿Cuánta agua necesitamos beber?
Las necesidades de agua del organismo humano dependen de nuestra talla, el nivel de actividad y el clima donde vivimos. El aporte de agua al organismo viene por el agua que contienen los alimentos que consumimos y la ingesta de agua. Las necesidades básicas de agua son al menos de 1ml/kcal de ingesta calórica en la edad adulta y en torno a 1,5ml/kcal en la edad pediátrica y en otras etapas fisiológicas, lo que se traduce en una ingesta básica en torno a los dos litros de agua al día (incluida el agua aportada por los alimentos). El mínimo diario que se debería consumir mediante la bebida son 500 ml, para poder producir orina que elimine los metabolitos tóxicos. Aunque lo ideal sería ingerir como mínimo unos tres litros de agua al día: la mitad aproximadamente la podemos obtener de los alimentos y la otra mitad debemos conseguirla bebiendo.
Es importante saber cómo hidratarnos cuando se hace ejercicio físico. Lo que se suele hacer es beber agua durante el esfuerzo físico, pero esto no es del todo correcto: hay que estar hidratados durante todo el día, o sea, antes, durante y después del esfuerzo físico.
Algunas creencias populares dicen que el agua mineral natural es perjudicial para la salud, aunque esto no es cierto. La Asociación Española de Urología (AEU), en el día mundial del riñón, destacó que no hay ninguna evidencia científica de que la mineralización del agua mineral natural conlleve un riesgo en la recurrencia de cálculos renales o que implique el deterioro de la función renal. Al contrario, el agua mineral natural contribuye a alcanzar los niveles de hidratación recomendados para una buena salud. Y también se destaca que no hay evidencia científica de que el agua de mineralización muy débil sea mejor para la salud.